Es el comedor tradicional romano, donde se recostaban y celebraban sus banquetes conversando relajadamente. El nuestro es un triclinium de jardín, con vistas al peristilo y es para hacer comidas al aire libre, pero a la sombra y protegidos del viento. Es perfecto para entre cuatro y nueve comensales, pues al confluir las cabezas al centro se suele mantener únicamente una conversación, contrastando con el bullicio de los comedores contemporáneos.